
El liberalismo está perdiendo credibilidad justo cuando las revoluciones paralelas en la tecnología de la información y en la biotecnología nos enfrentan a los mayores retos de nuestra historia. Justo cuando el terrorismo es a la vez un problema político global y un mecanismo psicológico interno. El terrorismo opera pulsando a fondo el botón del miedo en nuestra mente y secuestrando la imaginación individual de millones de personas. De forma similar, la crisis de la democracia liberal se desarrolla no solo en los parlamentos y los colegios electorales, sino también en las neuronas. Es un tópico señalar que lo personal es lo político.
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